«M. Butterfly»de Cronenberg: la estereotipación oriental y de género

«Sólo un hombre sabe cómo una mujer debe actuar».

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Song Liling. Fuente: YouTube.

La película «M. Butterfly» ha quedado como una de las grandes olvidadas del cine de David Cronenberg. Muchos la tachan de ser demasiado distinta del resto de su filmografía, pero una lectura atenta nos desvelará que no es así: género, transformación, identidad y androginia sexual explican qué vio Cronenberg en esta historia. Su relato, basado en una obra de teatro de David Henry Hwang con el mismo nombre e inspirada en hechos reales, aporta, además, datos muy interesantes acerca de la relación Oriente-Occidente y las construcciones de género, raza y cultura.

Jeremy Irons actúa como René Gallimard, un diplomático francés que durante los años 60 llega a Pekín. Allí, se enamora perdidamente de Song Liling, una cantante de la ópera china, con la que mantendrá una relación que se extenderá 20 años en el tiempo. Mientras vemos el paralelo empoderamiento y ascenso social de Gallimard (época del decolonialismo francés, la guerra de Vietnam… temas sobre los que dará consejos a pesar de la superficialidad de su conocimiento de la cultura asiática), Song trabaja para el gobierno chino como espía, sonsacando secretos al protagonista.

Sin embargo, en la ópera china las mujeres no pueden actuar: Gallimard ignora que Song es en realidad un hombre. Si bien esta entrada va a estar llena de spoilers y es mejor que no la leas si quieres ver antes la película, no te preocupes: que Song sea un hombre no es una sorpresa. Al contrario, es más interesante que el espectador sepa que lo es. Y Cronenberg juega con eso.

¿Cómo es posible que en 20 años Gallimard no se entere de que Song es un hombre, si han mantenido relaciones sexuales, si Song se ha sacado de la manga un bebé inventado, si…? Es la atónita cara que se le queda al juez en la película, cuando Gallimard es juzgado por el gobierno francés por espía. ¿Por qué? La interpretación de Cronenberg es clara: porque él mismo no quiso darse cuenta. Su ignorancia es totalmente autoinducida. El pecado de Gallimard es haber encontrado en Song la manifestación de la mujer perfecta: una mujer oriental, tradicional, bella, sumisa, con actitudes sociales (y sobre todo sexuales) reservadas, a la que Gallimard apoda Butterfly, en honor a la ópera de Puccini. Aún a pesar de que Song le explica al principio de la película en un magnífico diálogo que los chinos detestan esa historia. «Es muy… bella», dice Gallimard. «Bueno, sí, para un occidental», contesta Song. Y le invita a la ópera de Pekín: este hombre occidental necesita algo de formación.

Song Liling es una diva de la ópera interpretada por John Lone. Pese a sus suaves rasgos, John Lone probablemente no cuele como una mujer. Y Cronenberg lo sabe. Pero la perturbación de Gallimard continuará; al director no le interesa engañarnos hasta el final. Es más interesante observar la autodestrucción y decadencia de Gallimard en el entorno de una China idealizada, un país donde se hacen las cosas de manera distinta, donde abundan escenas (por supuesto romantizadas) de recogida de luciérnagas, contacto con la naturaleza, o maravilloso picnic en la Gran Muralla China. Gallimard cree comprender a los chinos, y así se lo hace saber a sus superiores en cuestiones de política internacional: los orientales se ven tremendamente atrapados por la atracción que sienten por los occidentales. Gallimard cree que tiene poder, que domina en su relación con Song. Pero no es así.

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Fuente: Cineplex.

El protagonista tiene, desde fuera, una visión estereotipada de una cultura, de cómo debe ser una cultura, de cómo debe ser una mujer, y de cómo debe ser una mujer asiática. Se piensa aceptado por esa cultura y por esa mujer. Nos enamoramos de una idea de persona. La obsesión de Gallimard se basa en un sueño de amor exótico y emocionantemente nuevo. Una cultura que a priori le fascina y que contrapone a la suya propia, llena de mujeres poco sutiles y sexualmente vulgares.

Al final de la película, cuando Gallimard es enjuiciado y termina en prisión porque ha traicionado al gobierno francés por Song, solo entonces, es plenamente consciente de que Song es un hombre. Pero el engaño de Song en realidad es el propio engaño de Gallimard. Y el final, de una fuerza dramática insuperable, coloca al mismo protagonista, esta vez, en el papel de Butterfly. Se suicida por la terrible ilusión del amor, un amor irreal por el que Madama Butterfly, en la ópera, se suicidó. Mientras en la ópera la mujer oriental muere por el marino occidental; aquí, el occidental muere por la oriental. Y los papeles son intercambiados: Gallimard, vestido como una mujer asiática que exclama «¡es mejor morir con honor que vivir con deshonor!», ejecuta un harakiri.

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Monólogo final de Gallimard. «There’s a vision of the Orient that I have…». Fuente: YouTube.

Ambos, amores ilusorios en que nuestra mente, nuestro proceso cognoscitivo, adjudica valores, roles, y establece relaciones de poder que duran, no hasta que uno de los dos quiera, sino hasta que la fantasía estalla cuando la realidad se la come. Porque Song tampoco quería que acabase nunca. La fantasía ha podido con los dos: Song se ha creído esa mujer de la que Gallimard se ha enamorado, y así, ella también se ha enamorado de Gallimard. La fantasía es compartida. Y el despertar a la realidad es duro para ambos.

Gallimard crea una realidad alternativa basada en estereotipos neocolonialistas y de género en favor de su propio beneficio. Adjudica ese papel de mujer oriental a un hombre que también construye esa misma realidad alternativa a su favor: por sus costumbres conservadoras en cuanto al sexo, su misterio, belleza, por ejemplo, consigue seducir y descubrir secretos de estado. El protagonista ama a una mujer creada e inventada por un hombre.

Para ver la película completa en versión original subtitulada:

LA ÓPERA

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Póster de la ópera Madama Butterfly de Puccini. Fuente: Encyclopedia Britannica.

David Henry Hwang, autor de la obra «M. Butterfly» combinó hechos reales con la ópera de Puccini «Madama Butterfly». En su obra, más que en la película de Cronenberg, hace hincapié en los prejuicios de los occidentales contra la cultura oriental que salen a la luz en las historias idealizadas o «bellas» para los occidentales. Historias, precisamente, como la de la ópera. Song, en la película, le explica a Gallimard que esa historia simplemente satisface la fantasía neocolonial y opresora que se tiene de una mujer asiática sumisa y obediente.

«Madama Butterfly» cuenta la trágica historia de una quinceañera japonesa que es obligada a casarse con un oficial de la marina estadounidense, y al que aprende a amar siguiendo los valores éticos y morales de su tradición. Pero este nunca la ha amado; para él, casarse con Cio Cio San, la protagonista, ha sido solo un juego, pues él regresa a su patria y se casa con una estadounidense. Ella espera y espera, e incluso rechaza la atractiva proposición de matrimonio de un príncipe. Y solo al final, cuando se da cuenta de que ese amor ha sido un ideal, una fantasía, se suicida.

LOS HECHOS REALES

Bernard Boursicot, que trabajaba en la embajada francesa de Pekín, conoció al joven actor Shi Pei Pu, que hizo creer a Boursicot que era una mujer.

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Bernard Boursicot durante el juicio. Fuente: Alchetron.
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Shi Pei Pu en una de sus actuaciones. Fuente: El País.

Su relación les llevó a vivir juntos como una familia normal en París (y sí, Shi Pei Pu fingió tener un hijo), pero finalmente fueron arrestados por el gobierno francés por ser espías del gobierno chino.

El caso fue todo un escándalo en la Francia de los años 80. Una de esas noticias ridículas e inverosímiles: un francés casado con un chino durante años que no sabe que este es un hombre y con el cuál tiene un hijo. No llegaron a cumplir la condena, aunque durante el breve tiempo que estuvo en la cárcel, efectivamente, Boursicot intentó cortarse el cuello, y los amantes no volvieron a verse durante mucho tiempo. François Mitterrand los perdonó ante lo que consideró una tontería sin importancia, y para limar tensiones internacionales.

Shi Pei Pu, que murió en 2009 a los 70 años, le dijo a Boursicot meses antes de morir que aún lo amaba. Este dijo a los medios de comunicación: «Hizo tantas cosas en contra de mí, creo que es estúpido seguir el juego otra vez y decir que estoy triste. El plato está limpio ahora. Soy libre».

«A Cronenberg le interesa el hecho de que un hombre sea capaz de vivir su propio sueño y de que otro acepte voluntariamente interpretar para él ese papel, metamorfoseando su cuerpo, su mente y su orientación sexual si es preciso». M. Butterfly (M. Butterfly, 1993). Encadenados.org.

[lee los análisis de autores como Neruska Rojas en mi sitio web Tusanaje . El último, sobre Crazy Rich Asians]

Autor: Paloma Chen

Me siento en un país extraño. Metal y melancolía. Leo a Murakami. "No digáis a mis padres que soy periodista. Prefiero que sigan creyendo que toco el piano en un burdel".

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